Paulo Renato Ferreirim Carneiro, que, además de artista, es mecánico, conductor de camiones y de grúas, nació en Angola en 1967 y tuvo, como él mismo nos recuerda, una infancia muy feliz.
Y eso que en 1974 su familia, como muchas otras, tuvo que abandonar este país africano, con motivo de la guerra de descolonización, y establecerse en Portugal, concretamente en Pero Pinheiro (Sintra), una zona con notables canteras de piedra y de mármol. Este entorno y la curiosidad natural de Paulo le llevaron a interesarse por la escultura en distintos materiales, entre ellos el hierro. Estuvo ligado al Centro Internacional de Escultura, donde entró en contacto con artistas destacados como Marco Bras. En el curso de sus estudios de Ingeniería mecánica térmica, en Setúbal, conoció asimismo a Paula Frade, con la que llegó a realizar alguna pieza.
Corría el año 1994 cuando el Instituto Superior de Ingeniería de Lisboa convocó un concurso destinado a premiar obras de arte construidas a partir de ordenadores y otros materiales y dispositivos informáticos obsoletos. Paulo, nos cuenta, no lo dudó un segundo:
se presentó en el almacén, se puso a trabajar en el proyecto y de ahí salió un
autómata de dos metros, con cabeza
de monitor, ordenador a la espalda y teclado en el antebrazo. La altura, sigue diciendo Paulo, daba sensación de poder y ¡hasta tenía una mano que se le movía!, por eso decidió llamarlo «Mano Muerta». Por desgracia, y a poco de convocarlo, el Intituto Superior dejó sin efecto el concurso, de modo que «Mano Muerta» se quedó compuesto en casa, a la espera de su destino.
Destino que le llegó, en la fecha susodicha, en el Museo-Mausoleo de Morille, para toda la eternidad (el artista insiste en este dato y en su agradecimiento al pueblo, sentimiento que para el municipio de Morille es recíproco).
En fin, Paulo reside en Aldeatejada desde 1998. Su esposa, nos revela finalmente Paulo, nació en Morille.