Javier Martín Prieto (Salamanca 1964) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (sección Filosofía Pura) por la Universidad de Salamanca.
Realiza los cursos de Doctorado en la Universidad Pontificia de Salamanca, se diploma en Técnicas de Investigación Social por el (ISAM) de Madrid, posee un Máster MBA y actualmente dirige Escuela Superior de Negocios (Desarrollo Empresarial). Ha publicado doce novelas cortas y un relato incluido en Los cuentos de la desolación, hasta el momento.
Sus primeros años transcurren en un barrio obrero de la capital salmantina, asistiendo a una escuela en la cual existía, aún, la separación de aulas, una para las chicas y otra para los chicos. Según palabras del autor, vivió en propia persona «los restos del Plan Marshall», recibiendo a diario, en dicha escuela, una botella (de cristal) de leche, cuya tapadera era de papel aluminio: «Recuerdo perfectamente, cómo después de beber el contenido de la misma, los niños jugábamos con dicha tapadera de aluminio, haciéndola vibrar, tras afinarla con la punta del lapicero».
Eran los años de la enciclopedia Álvarez y de los grandes mapas colgados en las, a veces, desconchadas paredes, custodiados por el retrato de Franco a un lado, y el crucifijo al otro. Recuerda el autor cómo preparaban los niños el brasero de cisco para calentar la habitación que hacía las veces de aula, y otro para colocar debajo de la mesa-camilla del maestro.
En el Colegio Salesiano de María Auxiliadora situado en la capi-tal salmantina concluye la EGB y pasa al Instituto. Martín Prieto señala que le produjo un «choque» aquello de «tener chicas en el aula», porque no era habitual ni costumbre.
Este hecho provoca, y lo recuerda el autor perfectamente, que el día que tuvo que «explicar un tema de historia –oralmente–» fuera incapaz de hablar en público por aquello de haber chicas… literal-mente enmudeció.
En el campo de fútbol era distinto, ya estaba en la selección de su provincia y «salía» en el periódico. El
ojeador del Atlético de Madrid le había echado el ojo (era zurdo «cerrao» y eso cotizaba en aquel momento… todo rodaba como debía).
La llegada a la Universidad de Salamanca para licenciarse en Filosofía y Ciencias de la Educación (sección Filosofía Pura) supone el primer contacto profundo con los autores más potentes intelectual-mente: Kant, Hegel, Marx, Engels, Feuerbach, Nietzsche,
Schopenhauer, Max Weber, Robert Owen…, con la Sociología, la Psicología y la Antropología, entre otras materias.
Es en esta etapa cuando comienza a tener contacto con la no-vela negra, de intriga y de espionaje… «por aquello de desconectar y aterrizar los pensamientos no tan terrenales provocados por la Metafísica».
Durante estos años, nuestro autor pasa largas temporadas en Nantes, y recorre el sur de Francia. Es en este periodo en el cual la mente de nuestro autor «cambia», acuñando una frase que le gusta decir y repetir hasta la recomendación: «Si eres un chico de provincia, de barrio o no tienes estudios, entonces, hay que ser un cateto, pero un cateto viajao». Son años de confrontación con parte de la realidad y de adquisición de otra visión social… España crecía moral y social-mente con su «movida», mientras que el país vecino (entre otros) nos enseñaba, nada más pasar los Pirineos, apertura mental y «nos quitaba, a golpe de película –recuérdese el destape– la moral ñoña establecida».
Son años, también, de publicaciones: artículos científicos, estudios sociológicos…
Al terminar los estudios superiores, el primer trabajo de nuestro personaje es como empleado de Banca, en la ciudad de Segovia. Dicho trabajo lo abandona, pasado un tiempo, para incorporarse a
la docencia.
El enterramiento se realizó después de la presentación, en primicia, de su novela Mausoleo Blues – Morille, de carácter detectivesco y cuya trama se desarrolla, entre otros lugares, en Salamanca y en el Cementerio de Arte de Morille. Los actos estuvieron amenizados por la Metal Blues Band, que creó un blues para esta ocasión.
