Esther Tomé. "Una caja con el sudor de su cuerpo mezclado con manteca"


Esther Gómez Tomé (1977) es arquitecta técnica de profesión y artista puntual por deformación.

«El arte no es mi ocupación, ni siquiera mi devoción, es la necesidad intempestiva de dar respuesta a al-guna de mis inquietudes, deseos, traumas, locuras, sueños.

Eminentemente práctica e impaciente, poco a poco voy limando mis propias asperezas y me enfoco en el disfrute simple y llano del tiempo previo a la intervención (sea de la índole que sea). Aquel en el que me siento libre (objetivo primero y último de cada acción y reacción de mi vida) en el que preparo, imagino, creo y planifico para luego hacer totalmente lo contrario que, aunque no lo parezca, es el resultado exacto de lo que pretendía en origen.

Amo lo justo, amo entender y que me entiendan, comprobar que las simpatías sean recíprocas con mi interlocutor. Amo lo mínimo como resultado de lo máximo aplicable a todas mis secciones, lados, costados, pisos y habitaciones… Amo «hacer mi parte» («I’m doing my part»). Mearme en ella y enterrar mi piel grasienta para sacar otra nueva, virgen y preparada para el cambio, que, como ya es sabido por todos, es lo único que perdura. Me importa menos el resultado, en una acción, que el mismo proceso… El proceso me excita. Las múltiples posibilidades me liberan. Lo mejor de las intervenciones es la gente que permite que sean realidad, en este caso Domingo Sánchez Blanco y Manuela Zarza, amigos y amados hace tiempo… Con ellos me desnudo artística, física y mentalmente. Eternamente agradecida…», en palabras de la propia Esther Tomé.