Carlos Gredos

El Sábado Santo, 20 de abril de 2019, se enterraron en el Museo Mausoleo de Morille, Salamanca, dos mentiras, una corresponde a la Iglesia Católica y la otra se encuentra alojada en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, RAE.

La fecha del Sábado Santo no es inocente, lleva pensada desde hace casi un año, fecha de la invitación, coincidente con la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su descenso al Abismo. Del Jesús histórico prácticamente no se sabe nada, pero de lo que no cabe duda es que nos legó la oración del Padrenuestro. El pueblo llano en aquella época hablaba en arameo y con el paso del tiempo nos ha llegado tergiversado el último verbo. En la inmensa mayoría de las Iglesias, no ya católicas, sino cristianas de la Tierra se dice “líbranos del mal”, cuando en arameo se decía, “y no nos envíes el mal”. Este cambio de verbo modifica toda la Teología Católica, pues no es lo mismo librar que enviar, quien envía es como se dice en la Liturgia, el “Padre bueno” y eso no está bien visto ni se puede permitir en un Ser adornado de perfección y hecho a los intereses de los hombres.

Sin entrar en discusiones y para los que se sientan ofendidos, se recomienda que se lea el libro más importante del Antiguo Testamento, a decir por estudiosos y eruditos, el “Libro de Job”, todo el libro se puede resumir en el cambio del Padrenuestro. El mal es enviado o puede ser enviado para ver cómo el hombre se enfrenta a esa nueva situación.

Formalmente en el Museo se enterrarán tres versiones del Padrenuestro, la original con grafía de arameo, la cantada en latín y la corregida. Los que asistan al Entierro deberán acudir a la puerta de la Iglesia del pueblo a las 12:00 h y desde allí se irá en procesión leyendo el Padrenuestro (opcional) y cada 7 lecturas se hará un descanso de 300 segundos, que es lo que dura la reverberación de un golpe, con un mango de madera, a un cuenco tibetano con un orificio en el centro. Al llegar al lugar seleccionado se enterrarán las tres versiones en papel, en forma de pirámide truncada y después se rociará polvo de arcilla con un alto grado de plasticidad, recogida en Villalba de la Sierra, Cuenca. La arcilla con la humedad cohesionará la pirámide temporalmente, sabiendo que en breve tiempo el papel se disolverá con la tierra, cual cenizas.

Parafraseando a A. Jorn, lo que hemos hecho es una mentira para ocultar una verdad en pos de una supuesta perfección y cincelada a lo largo de siglos.

 

El segundo entierro es una cuestión de creencia y últimamente de evidencias, más que de fe. En nuestros diccionarios podemos buscar la palabra inanimado, da. Para desenmascarar su definición actual y su mala traducción etimológica del latín, primero nos vamos a remitir al pensamiento hilozoísta de Leonardo da Vinci. El hilozoísmo (del griego hyle, materia, y zoe, vida) es una doctrina filosófica según la cual la materia está dotada de la capacidad de actuar. Designa una concepción del mundo atribuida a los primeros filósofos milesios (como por ejemplo Tales) en la primera parte del siglo VI a. C. Estos presocráticos intuyen a la naturaleza como algo animado, por lo que también se podría definir como la consideración de que toda la materia que se encuentra en el Universo está poseída de alma. Luego bajo esta concepción la palabra inanimado no tiene sentido de existir.

Entrando en el mundo de los diccionarios nos encontramos que nuestra RAE, en su versión actualizada de 2018 la define:

inanimado, da

Del lat. tardíoinanimātus.

1. adj. Que no tiene alma (‖ principio de la vida).

2. adj. Que no tiene alma (‖ principio sensitivo animal y vegetativo).

Los diccionarios no dejan de ser unos tratados también de creencias, lo mismo creen en Dios que en el alma y se aventuran a ser jueces y decir quién tiene alma y quién no.

Antes de esta versión actualizada, en el 2005, se obviaba su etimología y se traducía por: adj. Que no tiene vida. Una piedra es un objeto inanimado.

El famoso María Moliner: («Ser») sdj. Se aplica a los seres que no son animales ni vegetales. 1975.

La Editorial Labor, en su edición de 1976, menciona su etimología pero luego hace omisión de ella y se queda en que: no tiene vida.  Bien visto podríamos llegar a la conclusión que alma es igual a vida.

El Diccionario Enciclopédico Espasa en la edición de 1987, nos da otro enfoque más sustancial: Que no tiene alma, en la acepción de substancia espiritual y también principio sensitivo de los animales.

La edición de 1971 del “Webster´sThird New International Dictionary” también hace la equivalencia de vida y espíritu.

Otros diccionarios extranjeros consultados también la definen como ausencia de vida.

A tenor de los últimos avances científicos estas definiciones no se sostienen, como por ejemplo la comunicación entre los árboles tanto a nivel subterráneo como terrestre, o el más increíble de los procesos con el agua visto por humanos, como es su autoclonación, quedando para la ciencia el descubrir el proceso a nivel de laboratorio.

El ser humano en su afán de antropocentrismo se ha creído el eje y la cima de la creación, repartiendo a su conveniencia cualquier clase de título, incluido el de alma. Sin saber que el alma, por el hecho de haber nacido todo sobre la faz del Universo lo tiene, otra cosa bien distinta es el espíritu que hay que trabajarlo para aumentarlo, cual espiral con desarrollo infinito.

En el Cementerio se enterrará un ejemplar del Diccionario del Estudiante de la RAE. Ya que el lema de la Institución es “Limpia Fija y de Esplendor”, no estaría mal que fijase un pensamiento con 2500 años de antigüedad.